lunes, julio 06, 2009

Viernes

El viernes nos acercamos a Niembro. T. está allí de vacaciones. Nos esperaba en lo alto del pueblo. En el mirador. Que es como el tronco de una mariposa. Su tierra firme. A los lados, extendidas, las alas. Torimbia y Toranda. Dos playas hermosas. De las más hermosas que uno conozca. Quietas sobre la flor acantilada. La mar estaba tan mansa como el cielo. Qué envida de este retiro. De este confinamiento en una pequeña casa con antojana y jardín. En medio del pueblo. Pasando los días en la ocupación de mareas, soles, nublados y lloviznas, cháchara a última hora en el bar de la carretera y bocados frugales en la taberna del camino al arenal. Ensaladas, pescado fresco, arroz. Charlamos un buen rato. Hizo café. Demasiado espeso. Caminamos hasta Barro. Retirado el mar, las barcas encallaban abandonadas en el limo. No tenía reflejo la iglesia ni el cementerio.

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