lunes, abril 04, 2011

Teoría de la empatía

Unos niños que juegan en las orillas de un río que desciende rápido y caudaloso. Un cuerpo de chiquilla que flota boca abajo. Una mujer de avanzada edad que acude al médico de un hospital y se encuentra a la salida con la desesperación de una madre que se arrastra por los suelos al saber que su hija acaba de morir. Poesía es una película coreana dirigida por Lee Chang-dong que arranca en la tragedia y se columpia durante dos horas en un arriesgado equilibrio sobre la oscura trama que sobrevuela y las delicadas maneras y aspiraciones que guían la vida de su protagonista. Porque Mi-Ja, la abuela encarnada por esa liviana y elegante actriz llamada Yoon Jeong-Hee, quiere aprender a escribir poesía. Y persiste en ese empeño aun después de saber que su nieto adolescente, con quien convive, es responsable, junto a otros cinco muchachos de su clase, de las terribles vejaciones infligidas a una adolescente a la que abocaron al suicidio. Mi-Ja incluso mantiene la voluntad de escribir un primer poema en su vida después de saber también que esas incipientes pérdidas de memoria que la llevan a la consulta de un doctor son el principio de un alzheimer. Mi-Ja sigue tomando notas en una pequeña libreta que guarda consigo a todas horas en su bolso de mano y en la que trata de apuntar las sensaciones que le despierta el contacto con la naturaleza hasta en ese corto y doloroso viaje que la lleva a la casa en el campo de la adolescente muerta. Su voluntad tardía de escritora no persigue sino poner en práctica los consejos del profesor del taller de escritura: ver las cosas con tal intensidad que por un momento se pueda uno hasta sentir dentro de ellas. Por eso el final de la película vuelve a las aguas del río. Todo se cierra sobre su cauce. Y una voz que es la de Mi-Ja recita el poema entregado al profesor como trabajo final de curso. No habla de ella. Tampoco de las flores y los árboles de sus apuntes. El poema habla del dolor de una mujer en ciernes que al cabo de unos versos le toma el relevo a la recitante. Mi-Ja ha sabido encarnarse en el alma de Agnes, la niña suicida. Se sintió dentro de ella y desde allí escribió final y aplicadamente su poesía.

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