martes, diciembre 20, 2011

Joseph Gluckstein Links

Joseph Gluckstein Links (1904-1997) nació y murió en Londres. No suele ser habitual que a un autodidacta se le reconozca como experto en el especializado mundo de la historia del arte. Pero así ha venido a ocurrir con Links, a quien se le considera como el mayor entendido en Canaletto. Su bibliografía sobre el pintor veneciano se inicia con Vistas de Venecia de Canaletto, editado por Antonio Visentini en 1971, sigue con Canaletto, en 1976, y finaliza con Canaletto y sus mecenas, en 1977.
Además, la exposición sobre Canaletto que albergó el Museo Metropolitano de Nueva York en 1989 fue concebida por el propio Links y tanto la catalogación como el préstamo de las obras que entonces se mostraron al público fueron posibles gracias, por una parte, a su conocimiento enciclopédico sobre el autor, y, por otra, a los contactos y amistades que su afición le procuró.
El padre de Joseph Gluckstein Links fue un refugiado judío húngaro que se introdujo en los negocios de la piel a través de la firma Links Calman. Su madre murió cuando Links sólo tenía 12 años. Poco después dejó la escuela porque su padre había enfermado y era conveniente que se adiestrase en el comercio de pieles antes de quedar huérfano. Su prosperidad en esta profesión llegó al punto de obtener la cédula real como peletero de la Reina. Y hasta escribió en 1956 un libro sobre la materia: El libro de piel.
Pero su curiosidad se orientó también hacia la literatura, escribiendo en la década de 1930 varias novelas policíacas, como Se adjuntan pistas (1939) y La Masacre Malinsay (1938), que fueron muy populares y llegaron a reeditarse en la década de 1980.
En la Segunda Guerra Mundial Links participó como comandante de las RAF. Conoció entonces a Robert Lutyens, hijo del arquitecto Sir Edwin Lutyens, y a través de él a su hermana María, con quien se casó en 1945. La luna de miel los llevó a Venecia. Ambos quedaron fascinados de por vida con la ciudad de los canales. Durante treinta años la visitaron dos o tres veces al año. Ese fervor llevó a que Linkse, en los años sesenta, se involucrará en la creación del Fondo Venecia en Peligro, creado para salvar de las aguas a los edificios de Venecia, convirtiéndose en uno de sus principales impulsores y recaudadores de fondos.
El interés por Canaletto nació de su pasión por Venecia. Su mujer; María, le regaló entonces una copia de la monografía de Constable sobre Canaletto en el que el autor reseñaba un cuadro que daba por perdido y que Links reconoció y ubicó. Él y Constable empezaron entonces a intercambiar correspondencia y, cuando Constable llegó a Inglaterra, le pidió Links que se hiciera cargo de la segunda edición del libro, tarea que le ocupó durante seis años. Su Canaletto se publicó en 1976.
Dado que muchos de sus amigos viajeros le solicitaba consejo sobre qué ver y hacer en Venecia, el editor Max Reinhardt le sugirió que esas pequeñas guías bien podían convertirse en un libro. Nació así su obra más querida, Venecia por placer (1966), que fue descrito por Bernard Levin como "No sólo la mejor guía turística de la ciudad que se ha escrito, sino la mejor guía turística de cualquier ciudad que se ha escrito".
A su vez, Mary Lutyens, aunque fue también novelista de cierto prestigio, se consagró finalmente en el estudio de la vida y obra del filósofo indio Krishnamurti. Dicen que Links y María fueron un matrimonio feliz. Que disfrutaron juntos de la amistad, la música, la lectura y de su trabajo literario. Y que consiguieron, además, que las veladas de su casa de Sussex se hicieran famosas por la excelencia de los martinis secos.

lunes, diciembre 19, 2011

Caxigaline(a)s

El tiempo se cuenta por pedazos, como cualquier otro destrozo.

La impertinencia de la víscera: manifestarnos incapaces de callar lo que no viene al caso no es sino confesar que lo que sí viene le importa mucho menos a nuestras urgencias.

Confortada por sus ideas solidarias, se tenía por persona comprometida, pero la realidad la puso frente al auténtico compromiso: el infortunio de los suyos. En tales bretes, depende de cada conciencia que uno se apañe con un carné y mire hacia otro lado o se sienta obligado a remangarse.

Sobre los cadáveres vuelan los buitres. Aves hambrientas, sí, pero de vez en cuando también necrólogos sin reparos.

viernes, diciembre 09, 2011

Ni una ciencia, ni un arte...

"El interés de Hélène por la economía había disminuido mucho a lo largo de los años. Cada vez más, las teorías que trataban de explicar los fenómenos económicos, de prever sus evoluciones, le parecían más o menos igualmente inconsistentes, aventuradas, cada vez tenía más ganas de asemejarlas a la pura charlatanería; en ocasiones se decía que era incluso sorprendente que concedieran un Premio Nobel de Economía, como si esta disciplina pudiese alegar la misma metodología seria, el mismo rigor intelectual que la química o la física (…). La economía casi no estaba ligada con nada, sólo con lo más maquinal, previsible y mecánico que había en el ser humano. No sólo no era una ciencia, sino que no era un arte, en definitiva no era prácticamente nada en absoluto."
Michel Houellebecq, El mapa y el territorio

miércoles, diciembre 07, 2011

Donald Toole


A Donald Toole le gustaban los hombres y el boxeo. Nació tullido. Tuvo siempre que pagarse sus caprichos y nunca pudo subirse a un ring. Dicen que hubiera cambiado a gusto su cátedra de literatura contemporánea en Princeton por aguantarle un asalto de pie a uno de los grandes. Escribió un único libro de poemas: The winged fighters.  

A veces arrojamos la toalla
por entre las cuerdas del cuadrilátero
con la resignación de que nada se puede hacer
por un tipo conmocionado
que ni siquiera consigue
ponerse en guardia.
¿Qué tienen que ver esos púgiles con nosotros?
¿Nos han pedido acaso
este último gesto de piedad?
¿Qué nos llevaremos a la esquina
después de que la campana suene
con la urgencia de las sirenas?
Compartimos su derrota.
Quizás hasta una pequeña parte de su dolor.
Pero nunca las heridas ni la sangre.