miércoles, junio 11, 2014

Los días inesperados


En medio de una semana de rutina, se abren de pronto las ventanas de los días inesperados. A su través alcanzamos regiones en calma, tomadas de silencio, casi deshabitadas. Lugares que nos conceden durante unas horas el gozo de los descubrimientos, como el de esa playa sobre la que podría levantarse un verano y que la marea nos ofrecía como un planeta sin hollar. Sobre su arena palpitaba un aire de salitre; un espejismo. Los días inesperados son como ese paisaje frágil de las ilusiones: nunca sabemos si fueron del todo reales, pero quisiéramos asomarnos a ellos cada mañana.

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